How the tables have turned | [Nico & Becca]

Para alguien como Nico Iero, no existía un buen fin de semana en la vida universitaria si no había fiesta y alcohol. Era una de esas reuniones que eran "algo tranquilo" en la casa de algún compañero rico, cuyos padres había ido a jugar golf a los Alpes o algo así. Tampoco le importaba mucho al joven, quien mantenía su peculiar reputación sin siquiera batallar en ello. Claro que eso no le hacía gracia a todo el mundo, su actitud no solo desafiante, sino también un tanto arrogante le hacía ganar algún enemigo que, simplemente, no soportaba verlo salirse con la suya.

Después de un buen rato de hablar con sus amigos, cumplir algunos retos que fueron parte de su manera de entretenerse por un rato, se da cuenta que debe irse antes de que sus padres lo maten. Bueno, no lo van a matar, es el mayor y lo necesitan vivo, claro, pero habían sido claros con aquello de no llegar tarde esa ocasión y por una vez en la vida, Nico decidió que era bueno hacer caso y despedirse. A esas alturas, no estaba muy seguro de a quién le decía adiós o no, pero le daba igual porque solía sentirse como una estrella en todo momento.

— ¿Pero qué dices, Leo? ¡Claro que puedo volver a casa yo solo! —le alza el dedo medio de una mano, divertido y ajeno al grupo de chicos que deciden seguirlo de cerca. Descuidado, claro que sí, se detiene solamente para encender un cigarro con su varita, pero lo siguiente que ve es que ésta sale volando. Aquello ni siquiera tenía que ver con "la famiglia", era alguna de las otras muchas tonterías que Nico había hecho y que habían molestado a alguien más, la verdad es que él ni se entera. Intenta correr a alcanzar su varita, pero se va de bruces contra el piso y hay unas cinco personas rodeándolo, él alza las manos, totalmente desarmado—. Hey, estoy bastante seguro que podemos hablar de esto.

— Cierra la boca de una maldita vez, Iero.

Sin esperar más, adquiere su forma animal y empieza a correr entre pies y hechizos, toma su varita con el hocico y sigue, pensando que volver a la fiesta, donde había algunos muggles, podría permitirle ponerse a salvo, a pesar de que los demás siguen detrás de él, se aparecen más adelante en el camino. Maldita sea, no estaba listo para algo así, mucho menos para el hechizo que logra hacerlo flotar lejos del piso, antes de mandarlo a volar contra un árbol, haciéndolo perder su forma animal. Maldice, todavía con la varita entre los dientes.

Se reincorpora un poco, y es entonces cuando escucha la voz de Becca. Ah, claro que la había visto allá adentro, la había molestado un poco, como era costumbre, y huyó antes de que le diera un bien merecido golpe—. No te preocupes, Tattaglia, lo tengo —dice quejándose por el dolor. Ah, le ha dado de lleno en la espalda, ¿se la habrá roto? Noticias: no Escucha como aquel tipo se burla de Becca, como no creyendo que una chica fuera a hacerle frente y menos "con esas pintas".

— Uh, yo que tú me callaba... ¿disculpa, quiénes son? —está recargado en el tronco, la varita en la mano libre pero ocultándola un poco de la vista de los otros. Si Nico podía ser bastante fastidioso, aquel grupito dirigido por el chico petulante, era todavía más, como el constante zumbido de un mosquito en una noche de verano.

— Con gusto te refrescamos la memoria, y luego nos encargamos de ti, guapa. Creo que podría hacerte un favor esta noche —Nico deja salir una expresión de lo mal que había sido que le dijera eso a alguien como Rebecca. Claro, él la molestaba y justo por eso sabía que no era la mejor idea del mundo. Como sea, percibe por el rabillo del ojo que dos de los amigos del chico se mueven para rodearlos mejor—. ¡Protego! —dice al tiempo que corre cerca de Rebecca, justo a tiempo para esquivar un ataque y bloquear otro—. ¿Segura que no quieres volver a la fiesta? Te invito una cerveza.— Ay, lo que le va a doler todo el cuerpo al día siguiente. Uy, ahí otro ataque y parece que él solo recuerda el protego. Tantos años estudiando para aquello, se profesora de duelo estaría retorciéndose en su despacho.

Normalmente, cuando alguien lo manda a callar, hace totalmente lo contrario, pero esta vez hace caso a la chica y... ahí. Ahí está poniendo en su lugar a todos los demás, ¿así se ve cuando es él quien la molesta? Solo que menos imbécil, claro. Vaya si tiene buen tino... bueno, no es como que en clases de duelo no hubiera quedado claro, algunos hasta tenían miedo de enfrentarse con ella, pero no iba a admitir nunca que su rival tenía aquellas habilidades tan tremendas que lo dejan boquiabierto hasta que ella le dice que la cierre.

— De acuerdo, me cayo, pero no me grites, no hay necesidad —no, realmente no sabe cuándo cerrar la puta boca. De todos modos lo intenta, no con mucho éxito porque su ingenio para fastidiar a los otros es grande, entre defensa y un ataque que logra dejar fuera de combate a uno de sus contrncante. ¿El problema? Número uno: está borracho y quizás comió uno o dos brownies con mota, y dos: ¿ALGUIEN MÁS ESTÁ VIENDO A REBECCA EN ESE MOMENTO? No le tiene ni poquito miedo a Norris. ¿Quién demonios es Norris? Ni él sabe, pero Becca sí. Y parece claramente intimidado con aquella información. Okay, ha subestimado a los Tattaglia, pero es que es increíble cómo controla aquella situación sin batallar ni poquito. Y eso es lo que hace que uno de los chicos empiece a retirarse con la cola entre las patas, no sin antes aprovechar la distracción de Nico para atacarlo con una descarga eléctrica y dejarlo en el suelo una vez más. Se queja de nuevo, como si fuera lo único que pudiera hacer.

— Eso quedaría muy mal en tu currículum, Harris —Norris, es Norris, pero no le importa y desarma a otro de los chicos, que ya estaba diciéndole que mejor se fueran. Eso, eso, que se vayan.

— Ooooooh —es la reacción de Nico al ver aquel golpe. Claro que no le había hecho mucha gracia aquello de que ver que la tomaba aprovechándose de su fuerza, pero muy apenas puede empezar a levantarse y por eso queda sin palabras con el puñetazo. Un poquito flojo, quizás, los Tattaglia no pueden hacer tan bien las cosas, pero demonios, aquello fue increíble—. ¡Eso! ¡Corre, Lorris! —como si él hubiera logrado algo. Diría que ya se vengaría y lo típico de los Iero, pero era el tipo de venganzas que su padre no veía bien porque aparentemente el problema lo había ocasionado Nico desde el inicio, al no pensar bien en sus actos. O no pensar siquiera. "La familia no se va a hacer cargo de tus errores. Tenemos cosas más importantes que tus peleas escolares", le había dicho hace unos años su padre y bueno, lo había aprendido, aunque él sí se metía a defender a Carlo, Sofía y Giulia cada vez que veía que alguien se atrevía a molestarlos, pero porque sí había un mensaje que debía quedar claro: a los Iero no se les toca y, bueno, era cierto aunque no esperaba que fuera una Tattaglia quien se encargaría de salvarle el pellejo. Ah, qué deshonra si sus padres se enteran.

Como sea, que Rebecca se va sin decir mucho y él se apresura a estar bien de pie y dar unos pasos hacía ella—. ¡Eh, Rebecca, espera! —le cuesta caminar porque el último hechizo le ha engarrorado los músculos un poco—. Espera, espera... Un poquito... —se guarda la varita porque claro, es lo mejor—. Déjame... Te invito a cenar la próxima semana. No quiero estar en deuda contigo por esto —no va a decir que es para "agradecerle" ni tampoco a admitir que fue INCREÍBLE. No, eso jamás—. Anda, a donde tú quieras. Prometo no hablar mucho —insiste un poquito, hasta le pone carita de cachorro por si hace falta. ¿Eso es rogar? No, claro que no, menos a una Tattaglia.